Ljima (Sonido)

Está comprobado que, a raíz de la deforestación, algunas especies de monos tuvieron que modificar sus aullidos y modos de comunicarse. Su entorno se modificó tan drásticamente que el sonido viaja de forma distinta sin árboles. Algunas especies de ballenas, por su parte, agudizaron el registro de sus cantos para poder comunicarse debido a la contaminación acústica en los mares.

¿Qué pasaría entonces si irrumpimos en las ciudades con los sonidos de la selva? ¿Cómo se potencian los significados de los objetos a partir de la pandemia? 

Utilizando una mascarilla de protección respiratoria intervenida con parlantes, me propuse generar contrastes sonoros en espacios rurales y urbanos. En la ciudad (Inírida) reproduje, desde la mascarilla, paisajes sonoros de la selva mientras recorría la ciudad. En la finca (Los Girasoles) caminé por el lugar reproduciendo paisajes sonoros urbanos. Estos contrastes sonoros funcionan como, lo que Murray Schafer llamó, sonidos centrípetos y sonidos centrífugos. Sonidos que, dependiendo el contexto, generan atracción o rechazo.

Ljima en idioma curripaco significa sonido.

Esta performance se presentó en el marco de la residencia Abejas Tapioca, residencia itinerante por los ríos de la orinocoamazonía. Coordinación: Corporación Tapioca, con el apoyo de Iberescena.